Por Christián Gutiérrez
En el año 2009, Bolivia modificó su Constitución y uno de los rasgos de esa reforma, fue que el pueblo podría elegir -en elecciones nacionales-, a jueces y magistrados. Desde aquel entonces, se han desarrollado dos elecciones y los resultados han sido catastróficos para la vida democrática del Poder Judicial y del propio sistema político de aquella nación.
Algunas características de lo sucedido:
1. En la elección de 2011, el 60% de los ciudadanos votó en blanco o nulificó su votación, y si se considera que el voto en Bolivia es obligatorio, el rechazo social a este sistema judicial se entiende en su justa dimensión, como rechazado.
2. En la elección de 2017, el 66% de los ciudadanos votó en blanco o nulificó su voto, lo cual hace evidente que fue un rotundo fracaso el darle este poder al pueblo.
3. Cualquier ciudadana o ciudadano se pudo postular para ser juez o magistrado, lo cual generó una lista enorme de gente que buscaba esos empleos.
4. El requisito mínimo, fue ser licenciado en derecho, dejando de lado la alta especialidad.
5. La Asamblea Legislativa (Congreso de la Unión para el caso de México), designó una Comisión que hizo una preselección de estas listas, y los que quedaron en las listas finales fueron los únicos que sí pudieron ser elegidos en los dos procesos electorales.
6. No se hicieron campañas, por lo tanto, el nivel de conocimiento de los postulados por parte de las y los ciudadanos, fue prácticamente nulo.
Bien, estas son características mínimas de cómo sucedieron las cosas en Bolivia y nos sirve para perfilar lo que podría hacer Morena y sus aliados en México.
¿En dónde estaría la trampa para el caso mexicano?
En 2009, cuando se reformó la Constitución en Bolivia, el partido mayoritario que gobernaba la Asamblea Legislativa, era el partido político de Evo Morales, por lo tanto, la primera y la segunda Comisión que hicieron las listas de preselección para 2011 y 2017, fueron legisladores completamente afines a Evo Morales y a su partido.
Aquí estuvo la trampa, porque los nombres de las personas que “llegaron a la final”, es decir, a las listas para poder ser electos, fueron militantes o simpatizantes del partido de Evo Morales.
Hay más de historia acerca de la mediocridad de su trabajo como funcionarios del Poder Judicial en Bolivia, pero eso será motivo de otra columna.
El peligro de repetir esto en México estaría en dos factores:
a) El partido político mayoritario en el Congreso de la Unión será Morena y sus aliados.
b) En el Congreso de la Unión se estarían prácticamente definiendo los criterios de preselección de quienes sí tendrían la posibilidad de ser jueces y magistrados en el Poder Judicial de México.
c) Por lo tanto, con seguridad, gente afín a Morena y sus aliados serían los próximos colonizadores del Poder Judicial en México.
Este modelo ha sido un rotundo fracaso en Bolivia y para muestra el profuso arrepentimiento del académico Roberto Viciano Pastor, de la Universidad de Valencia, quien fue uno de los tres asesores en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Chile, para temas de reformas a sus constituciones y para implantar la idea de que el pueblo sea quien elija a jueces y magistrados.
Mexicanos, así las cosas en Bolivia.
*El autor es consultor y capacitador, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.